Nyx bajó de un salto del caballo. Cogió suavemente las riendas y la ató a un poste de la vieja casa de piedra. Miró a Hierro y admiró sus crines rubias y su testuz castaña y brillante. El animal cabeceó buscando su mano y ella lo acarició un instante antes de llamar a la puerta de madera con los nudillos.
- Azcoy, soy yo - dijo en voz alta.
La puerta se abrió lentamente, haciendo chirriar sus visagras oxidadas. Un joven alto y ataviado sólo con unos pantalones la miraba serio.
- Has vuelto...- se limitó a decir.
- ¿Me dejas pasar? - dijo Nyx arqueando una ceja.
Azcoy se apartó y cerró en cuanto Nyx atravesó el umbral. Ella se desplomó sobre un sillón mullido junto a la pequeña chimenea de la estancia y lo miró fijamente. Él, de pie frente a ella, la miraba de igual modo.
- ¿Vas a casarte, Azcoy? - le preguntó con una expresión indescifrable.
Él asintió con la cabeza sin dejar de mirarla y se aproximó más a la joven. Se inclinó, le cogió una mano y la hizo levantarse del sillón. Ella lo hizo con suavidad y se quedó a escasos centímetros del torso desnudo de Azcoy. Comenzó a respirar más deprisa, ante la proximidad de él.
- No voy a pedirte que no lo hagas - susurró.
- Lo sé. - dijo él. Y se inclinó para besar los labios de la joven Reina. Ella entreabrió los labios y le devolvió el beso mientras le rodeaba el cuello en un abrazo suave pero firme.
Él se apartó de repente, contrariado.
- Nyx... estás loca. Y acabarás volviéndome loco a mí. - Se acercó a la única ventana de la sala y miró a través de ella sin ver, con los ojos entornados y el ceño fruncido.
Nyx sonrió y fue a la cocina. Entró en la alacena y buscó algo para comer. Encontró una hogaza de pan y le dio un bocado. Volvió a la estancia con el trozo de pan y miró a Azcoy una vez más. Se acercó lentamente a él, se desabrochó los lazos delanteros de su vestido y lo dejó caer al suelo. Siguió comiendo el trozo de pan, completamente desnuda frente a él. Azcoy se giró y la miró de arriba abajo. Sin embargo no le sorprendió lo que vio. La Reina comía pan distraída mientras su vestido descansaba en el suelo. No llevaba nada más que unas botas de piel desgastadas. Su piel blanca y delicada lo llamaba a gritos, él desvió la mirada y volvió a mirar por la ventana.
Nyx acabó de comer la hogaza y volvió su atención al joven. Se colocó entre él y la ventana y acercó su pecho lentamente al pecho de Azcoy. Él suspiró y la cogió en brazos, y cruzando la estancia como una exhalación entró en la única habitación de la casa, la soltó bruscamente sobre la cama. Se quitó los pantalones tan rápido que ella ni lo vio. Acarició el vientre de la Reina y acto seguido le hizo suavemente el amor, sin dejar de mirarla a los ojos.
No tardaron mucho. Y mientras él aún no había recuperado el aliento, ella se levantó y fue hasta el salón para colocarse de nuevo su vestido. Cogió de la alacena otra hogaza de pan y abrió la puerta de la casa, dispuesta a marcharse.
- Nyx! - gritó él, y en dos zancadas se plantó junto a ella. - Esto se acabó.
- Vale - dijo ella masticando, lo había oído muchas veces.
- No - exclamó él cogiéndole la muñeca fuertemente, para que no siguiera comiendo - esta vez hablo en serio. No quiero que vuelvas - dijo con furia, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
- Pierdes toda credibilidad cuando me gritas desnudo - sonrió ella. E intentó soltarse.
Sin embargo él estaba muy lejos de dejarla ir así como así. La lanzó sobre el mismo sillón donde acaba de estar sentada un rato antes. Ella lo miró divertida, primero a los ojos y luego bajó la mirada hasta su miembro flácido.
Él se tapó con una mano, mientras movía la otra vigorosamente en el aire y gritaba.
- ¡No puedes venir aquí cada vez que te apetezca y luego irte sin más! Nunca sé cuándo vendrás, ni cuántos hay como yo, ¡ni puedo hacerle esto a Murah! - estaba más enojado que nunca y Nyx dejó de sonreír.
- Puedo responderte si quieres... no llevo la cuenta de cuántos hay como tú - mintió - y yo tampoco sé cuándo voy a volver. Con respecto a Murah... ése no es mi problema.
Se levantó y fue hasta la puerta, la abrió y se giró hacia él por última vez ese día. Lo contempló un segundo y ante su atónita mirada dijo:
- La locura me viene de familia, poco se puede hacer - y rio divertida.
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4 comentarios:
Jejejeje.
Me gusta Nyx.
Un puntazo lo de "desnudo pierdes toda credibilidad"
Agradecida, querida Radagast.
Siempre serán bienvenidas misivas como éstas (si aprecia su vida siempre serán de esta tónica).
Sinceramente suya:
Su Majestad Nyx I de Avernarium.
¿"Querida"?
...
Ha de saber, mi muy graciosa Majestad, que si bien mi perilla puede ser implantada y de pega, soy de género masculino...
En contestación a su corrección le diré, que con tantas aes, me habíais confundido, joven.
Le mandaré un buey sano a sus tierras, para que le ayuden a arar. Espero subsanar así el error.
(En la próxima corrección que hagáis, en vez de bueyes mandaré a un guardia para que me traiga su lengua en una bandeja de plata)
Sinceramente suya:
Nyx I
(:P)
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