14.4.09

El despertar

El espejo del tocador le devolvió el reflejo. Escogió un cepillo de plata y comenzó a peinarse el cabello, lenta, meticulosamente.
- Capitán- su cristalina voz conseguía ser a un tiempo afilada y dulce-. Amanecerá dentro de poco.
De entre las sedas se incorporó un cuerpo masculino con un gesto casi marcial, automático, y se deslizó fuera de la cama con la habilidad de quien está acostumbrado a hacer el mismo movimiento muy a menudo. Desnudo, se acercó a Níobe. Ella recorrió la imagen en el espejo desde arriba hasta la cintura. Esbozó una tenue sonrisa. Luego volvió a mirarle a los ojos.
- ¿Ocurre algo, capitán? -preguntó, indiferente.
Él extendió una mano e hizo ademán de tocarla, pero el reflejo helado de los ojos de Níobe lo detuvo.
- No, Ní... señora - contestó con docilidad.
- ¿Entonces? - a pesar de ser obviamente un guerrero, la frialdad en la mirada de ella lo achantó.
- Nada, señora.
Hizo un cortés ademán con la cabeza, se apartó para vestirse y le dedicó una última mirada antes de irse. Ella lo vió en el espejo, y sin girar la cabeza ni hacer el más mínimo gesto de interés, susurró:
- Capitán, eres un amante más que capaz. Pero tengo prioridades. Prefiero un hombre eficiente al frente de mi guardia personal que dentro de mis sábanas. Si tu segunda tarea interfiere en la primera -esbozó una tenue y pérfida sonrisa-, te despediré y volverás a ser sólo el capitán de mi guardia. Aunque seguramente es más preferible esta habitación que los barracones, ¿mm? Seguro que sabrás controlarte.
Él abandonó la estancia sin añadir nada más.


Nyx examinó con precisión los naipes ante ella.
- Veeenga, esa sota roja sobre la reina negra.
Lentamente Nyx se giró para encontrarse una Níobe que mordisqueaba distraídamente un palo de regaliz
- Gracias.
Nyx volvió a sus cartas.
- El siete de corazones. Ahí.
Esta vez, cuando Nyx se giró le sonaron las vértebras. Esbozó una sonrisa descompuesta y respondió mecánicamente.
- Gra-cias.
Volvió de nuevo hacia los naipes, y extrajo la siguiente carta con manos crispadas.
- El cuatro...
- ¡Te quieres callar de una puta vez, coño!
Níobe se sobresaltó.
- Qué tensa estás, ¿no?



6 comentarios:

^lunatika que entiende^ dijo...

El final no lo capto........ :S

Jezabel dijo...

Nyx considera que sería un tanto inapropiado mostrar al pueblo sólo nuestra faceta siniestra. Opina que es grato que nuestros súbditos observen también nuestro lado más amable y jocoso. ¿Y qué más jocoso hay que molestar a tu hermana mientras intenta un solitario?

Sin embargo espero que el resto te haya gustado.

Carlos dijo...

una lastima que una dama tan llena de aparente desden, haya demostrado cierto perturbamiento ante la figura del espejo... si no, no me explico como han bailado tanto algunas pausas... ¿Se le entrecortaron los pensamientos?...

Jezabel dijo...

Como súbdito de Avernarium que eres, ignoraré esta falta de respeto una sola vez. Cualquier sugerencia relacionada con que el capitán de mi guardia pueda provocar en mí algo más que diversión será cortada de raíz. Junto con tu cabeza, Xellos.

Carlos dijo...

Subdito... he de reconocer que en mi ya extensa vida, nunca nadie habia osado llamarme así. Tal vez porque mis pies no conocen el descanso ni saben a donde volver; tal vez porqué las manos de un humilde trobador nunac encontraron de se agrado el cultivo de los campos, o tal vez porque el cuello de este trobador, siempre fue objetivos de nobles celosos y madres irritadas... Pero a fe mía que no sé cual fue mayor atrevimiento, si el de nos o el de vos, aun asi, aceptad a modo de disculpa la humilde reverencia de este juglar.

Jezabel dijo...

Si súbdito os llamo es porque tal sois desde que hollásteis estas nuestras tierras, y tal seréis hasta que decidáis abandonarlas.

Disculpado quedáis, voto a tal. Mas tened la lengua para otra vez, et habed la prudencia de usadla sólo en el divertimento de nuestras mercedes.