24.4.09

Preparando la conquista

Adara estaba encerrada en una gran sala llena de frascos de cristal con diferentes contenidos. Llevaba su vestido más liviano, la primavera estaba siendo bastante calurosa, y a pesar de la tormenta hacía calor. Tenía sus notas a buen recaudo, ahora sólo necesitaba perfeccionar la pócima y comprobar que funcionaba.

Mezcló magistralmente el contenido de al menos quince recipientes de diferentes tamaños y colores y lo apartó a un lado. Acto seguido se puso a mezclar el contenido de otros tantos frascos, mirando atentamente a un libro sobre herbología mágica. Cuando hubo terminado llamó a su doncella.

- Lys, te necesito, ven rápido.

- Sí, Señora, a sus órdenes, Señora, ¿qué necesita?

- Lys, tu has visto lo que ha pasado ahí abajo, ¿he cambiado de aspecto en algún momento?

- No, Alteza. -La cara de Lys dejaba ver que había algo que no le encajaba en todo aquello.

- Lys, puedes hacerme cualquier pregunta, y después voy a necesitar de tu ayuda.

- ¿Por qué os llamó Vrila ese hombre?

- Porque estaba hechizado para ver a Vrila, no a mí. A pesar de que mi aspecto era el de siempre, como tu misma pudiste comprobar, él veía a quien deseaba ver. ¿Recuerdas lo que pasó en las mazmorras? ¿Lo recuerdas todo perfectamente?

- Sí, Señorita Adara -Lys se sonrojó visiblemente- era la primera vez... la primera vez que... veía... -la muchacha bajó la cabeza- a un hombre completamente desnudo y haciendo esas cosas con una mujer. -Finalizó la frase con una vocecilla casi inaudible

- Está bien, pequeña, tendrás que ayudarme después a completar mis notas. Vas a serme de gran ayuda, y recibirás tu recompensa por ello. -Adara, en un gesto absolutamente inusual en ella, pasó la mano por el cabello de su joven doncella. -Ahora vete a mis aposentos y prepárame ropa de viaje de hombre y una daga ceremonial, cuando lo tengas vuelve.

- Como desee, Alteza. -Lys salió corriendo en dirección a los aposentos de Adara y cuando cerró la puerta tras de sí, Adara pronunció un antiguo conjuro que hizo que las dos pociones refulgieran dentro de sus vasijas. La reina deseó no haberse equivocado con nada, un error podría ser fatal.

A los pocos minutos, Lys llamó a la puerta y dijo a la Reina que ya estaba todo organizado.

- Pequeña, necesito que prestes mucha atención, cierra y traba la puerta. -Mientras Lys cumplia órdenes al instante, Adara cogió una de las vasijas y bebió un trago de poción- Ahora no debes asustarte, mi familia sabe hacer esto desde hace muchos años, no te preocupes. -La voz de Adara había tomado un deje masculino bastante familiar.

- ¡Alteza, os está saliendo barba! ¡Y tenéis la misma voz que el esclavo! ¡Señora, qué os sucede!

- Lys cálmate, te he dicho que no te asustaras, baja la voz o tendré que castigarte. -Adara guardó silencio unos minutos y después se dirigió a la joven. -A ver, Lys, voy a quitarme el vestido y quiero que me digas qué diferencias hay con Hugo. Fíjate bien, porque necesito perfeccionar ésto antes de empezar con el siguiente paso. -Adara se quitó el vestido. Su aspecto era exactamente el mismo que el de Hugo. Nadie habría podido diferenciarlos.

- Señor... Señora... Majestad... no encuentro ninguna diferencia.

- Estás segura de que te fijaste bien en aquel hombre, ¿verdad?

- Sí, Alteza, completamente segura... era la primera vez... pero si no hubiera estado a su servicio ya me habría violado algún bestia de esos en casa de mi madre. -La muchacha sonó agradecida.

- Gracias, Lys. Ahora voy a volver a mi aspecto, no te asustes. -Adara dió un trago del otro recipiente y, mientras su melena volvía a su largo habitual, se le iba cayendo todo el vello masculino, en pocos instantes volvió a tener su aspecto de siempre... salvo porque parecía haber vuelo a la primavera anterior.

- Señora ¿seguro que todo ha ido bien?. -Lys estaba ligeramente asustada, era la primera vez que veía a su ama hacer magia.

- Sí, preparame un baño, que ahora mismo voy. -Adara se miró al espejo y pensó que apenas se notaba que había rejuvenecido, quizás no tuviera que matar a demasiada gente en la corte de Vrila.

Tendría que guardar bien su daga, porque iba a necesitar unas cuantas muertes ceremoniales para mantener oculta su verdadera identidad... y no quería que volviera a suceder lo que pasó con Níobe cuando se empeñó en mantener un eclipse, más de veinte prisioneros muertos para devolverla a su edad y una semana cambiando pañales. La magia de las Reinas de Avernium era un poco engorrosa en cuanto a efectos secundarios, pero por otro lado siempre serían Reinas jóvenes y hermosas... al menos siempre que siguieran haciendo magia.
Todas las familias que tenían magia en sus venas pagaban un precio. Una tara. En el caso de la sangre De Avernarium era sencillo: la magia rejuvenecía. Esto, que en un principio podía parecer una ventaja, era en realidad un tremendo límite. Un hechizo demasiado prolongado y podías no ya morir, sino desnacer. Níobe casi había pagado ese precio una vez. Un arcano hechizo para controlar el movimiento de los astros le exigió tanto poder que terminó, literalmente, en pañales. Su cuerpo rejuveneció hasta tener menos de un año de edad, y quedó convertida en un bebé durante semanas, en lo que sus hermanas prepararon una expiación acorde. Así se contrarrestaba el efecto de la juventud: llamando a la muerte. Sacrificando ritualmente vidas en cantidad proporcional a los años que fuera necesario recuperar.

Adara fue a buscar a sus hermanas, para comunicarles que ese mismo día saldría a iniciar la conquista de la corona de Vrila.

4 comentarios:

Radagast dijo...

La verdad es que la idea esa de las taras familiares a la hora de hacer magia me parece muy grande.

Jezabel dijo...

Gracias, querido súbdito. Nuestra imaginación es desbordante.

Barbijaputa dijo...

(Fue idea de Jez)

Min dijo...

(De hecho ese párrafo es casi íntegro de Jez)