17.9.09

El fin de una Era



"Un gobernante no puede permitirse el lujo de la confianza. La confianza es un error, una anticipación al desastre. Porque todo hombre tiene debilidades que pueden ponerlo de rodillas, todo hombre tiene un precio por el que sacrificará cualquier cosa.
El buen gobernante no olvida eso, y lo utiliza. Y jamás cae en el error de creer que hay una excepción a esa norma, porque en política, solo hay una realidad: Nadie es digno de confianza."
Extracto de "Modos y maneras en el arte de gobernar", del filósofo alysio Johann Preverett (Año XXIII antes del Año de los Infortunios).


15/Decimus/año MDXXXVIII después del Año de los Infortunios
Estación de las hojas caídas
Una hora antes del anochecer; en el Salón del Castillo de Avernarium.

La guardia de Nyx rodeaba a la Reina Adara, que permanecía sentada majestuosamente en un asiento de mármol blanco heredado de antepasados pretéritos. La idea de Nyx de que Adara se hiciera pasar por ella era, sencillamente, sublime. El tal Barón no sospecharía, y Nyx conseguiría su objetivo: saber porqué deseaba matarla. Adara echó un ojo a su alrededor, a guardias y cortesanos, a sus hermanas.
El Barón permanecía en medio de la sala, a tres metros de los tronos. Su ropa estaba ajada y deteriorada, pero mantenía un porte altivo. Se encontraba bien rodeado de guardias que le miraban con hostilidad y con ganas de desenfundar la espada para abalanzarse sobre él.
La supuesta reina Nyx frente a él esbozó una amable sonrisa que no engañó a nadie e hizo un gesto con la mano.

- Así que Barón -miró sus ropas y su ausencia de guardia y torció la boca en un gesto de incredulidad-. ¿Es una costumbre en las islas presentarse con tales harapos delante de una Reina? Si a alguno de los Barones de Avernarium se le ocurriera presentarse ante mi con semejante aspecto lo haría azotar hasta desangrarse. No creo que seáis un Barón. Más bien parecéis un mendigo que le ha robado su espada a algún caballero... quién sabe si la habéis robado de alguna tumba mal protegida - Adara profirió semejante insulto con desfachatez, indolente.

Von Deck apretó los dientes. Jamás había permitido semejante insulto, en ninguna circunstancia. Ninguna. Tuvo que recordarse a sí mismo el infantil rostro de su heredera para mantener el autocontrol. Podía elegir: su orgullo o su hija, pero no las dos cosas. Inspiró profundamente.

- Ruego a su Majestad perdone la apariencia exterior de este pobre caballero -hizo una inclinación de cabeza-. Las circunstancias de mi existencia no han sido todo lo gratas que desearía, gloriosa señora, y en los últimos tiempos la fortuna me ha abandonado.
- Así que la fortuna os ha abandonado -se encogió de hombros-. Mi muy estimada dama de compañía -hizo un suave gesto hacia su hermana Nyx- me ha solicitado una audiencia para vos, anunciando que teníais muy graves asuntos que tratar conmigo.
- Así es, mi hermosa señora.
- Hablad, pues.
- Nací en las islas más allá del mar de Brumas, mi señora, y allí conocieron mis ojos el gozo y la felicidad. Yo tenía una familia y un hogar en aquellas tierras escenario de mis días felices; pero ahora mi mujer reposa a la sombra de un roble, mi hija es cautiva y mi hogar ahora son escombros calcinados. El causante de tamaña crueldad pondrá en libertad a mi heredera si acabo con la vida de un desconocido, un inocente que nada me ha hecho y al que nada debo.

Nyx miraba a Níobe, tensa, pero esas palabras hicieron que girase el rostro hacia el Barón. El pánico que sentía se mezcló con una pizca de piedad. Adara sonrió más ampliamente, disfrutando del dolor del hombre.

- Las desgracias de mis nobles me enternecen pocas veces, barón. Menos aún lo harán las de aquellos que ni siquiera pertenecen a mis dominios.

La Reina Adara levantó la mirada. Tras el Barón, Níobe y la gitana se mantenían las miradas. La expresión de la pequeña zíngara era de completa concentración, la de la Reina se asemejaba a una depredadora a punto de lanzarse sobre el cuello de su víctima. ¿Qué estaba ocurriendo?
La voz rota por el esfuerzo de la gitana rompió el momento de silencio.

- Es el momento -dijo la muchacha con voz cavernosa, y sus palabras sonaron como una maldición.
- ¡No! -gritó Níobe, extendiendo los brazos hacia ella. Todos los presentes sintieron la ola de poder mágico que golpeó a la zíngara, desestabilizándola y haciéndola caer... Pero no rompió su concentración.
- ¡Guardias, detened a este hombre! -ordenó Adara.

La Guardia de la Reina Adara intentó avanzar en ese mismo instante, pero una muralla invisible, el hechizo de la zíngara, los detuvo y los volvió aparentes figuras de cristal. La Reina Níobe había conseguido debilitarla lo suficiente como para que la muralla de energía mágica temblara y comenzara a descomponerse, incluso haciéndose ligeramente visible por momentos, pero Armenieta parecía dispuesta a alimentar el hechizo con su propia vida si era necesario. Y estaba dentro de la muralla. Morirá, pensó Níobe. La bruja morirá, pero no será la única.
La Reina de Hielo murmuraba los encantamientos para deshacer la protección de la gitana con tanta velocidad que ni siquiera oía lo que decía. Empeñó toda su fuerza en el intento, y la velocidad de rejuvenecimiento de su cuerpo se aceleró sorprendentemente. No tenía tiempo para eso.
Los presentes en la sala quedaron suspendidos un palmo en el aire, inmóviles, con los ojos vidriosos y el rostro imperturbable. Nyx vio a la zíngara caer al suelo y a Níobe luchar con el hechizo, y dentro de su cuerpo hierático e inflexible en ese instante, sintió los latidos de su corazón desbocado. Algo horrible iba a suceder y ella no podía mover un dedo para evitarlo.
Dentro de la muralla de Armenieta, la Reina se sentía como un animal acorralado.
El barón dio dos zancadas hacia Adara y sin dudarlo, sacó un afilado puñal de su bota.
La reina Adara, haciéndose pasar por su hermana Nyx, no tuvo opción a alejarse, sus pies no tocaban el suelo y apenas podía mover los ojos, sin embargo veía al barón avanzar con su puñal desenvainado. La magia empezó a desaparecer casi antes de haber terminado de formarse. El Barón lanzó una mirada de lástima y agradecimiento a la pobre gitana que temblaba por el esfuerzo.

- Armenieta me protege, Reina - le dijo el Barón a la supesta Nyx, innmóvil ante él.- Os aseguro que lamento tener que acabar con una dama de este modo, pero no tengo elección -avanzó hacia ella-. Lamento tanto tener que hacer esto.

Cuando llegó a su altura hizo una suave reverencia. Ella lo miró horrorizada, completamente espantada, incapaz de moverse. Von Deck se acercó tanto a Adara que pudo notar su respiración helada, sus manos de caballero que hacía dos noches acariciaban a Nyx y ahora sujetaban el puñal frente a la joven reina.

- No tengo elección, mi señora. Nadie podría detestar lo que voy a hacer más que yo.

El barón apoyó la punta del puñal sobre el corazón de Adara, la miró a los ojos y bajó inmediatamente la mirada... por un instante dudó. Pero sólo fue un segundo, con renovadas energías, hundió el puñal hasta su empuñadura en el pecho de la Reina.
Ella notó el acero hundirse en su pecho, avanzar, inexorable. No podía creer que aquel fuera su fin... y éste fue su último pensamiento antes de que su corazón se viera atravesado por el helor de la daga, dividiéndolo en dos y robándole el último latido.

Níobe había rejuvenecido casi cinco años en su cuerpo a cuerpo con la zíngara. En sus ojos de veinteañera brillaba una ficticia inocencia, aunque las formas de su cuerpo todavía se conservaban. La boca le sabía a sangre, pero Armenieta estaba mucho peor. Tenía la mirada perdida, temblaban sus piernas. Finalmente la pobre muchacha cayó de rodillas, pero aún así, se negó a dejar de alimentar el escudo con su misma vida.

Von Deck no pudo mantener la mirada de la Reina Adara mientras la dejaba sin vida...
El hechizo en ese instante comenzó a perder fuerza a la misma velocidad que la había tomado. Los presentes volvieron a posar sus pies en el suelo y pudieron notar como sus miembros obedecían a sus órdenes poco a poco. Nyx avanzó, tambaleante al principio, hacia el barón que miraba cómo su hermana se desplomaba a sus pies. Era tal el odio y la impotencia que invadían el cuerpo de la Reina que su cuerpo recuperó el completo control tras el hechizo y su mente sólo era capaz de mandar mensajes violentos a todos sus miembros.

Mientras la guardia parecía bajo los efectos del peor vino jamás escanciado, Nyx fue como una flecha a por el barón. Tal que si estuviera en un sueño, oyó el grito de su hermana -la única que le quedaba ahora- venir desde detrás de la sala :

-¡Morirás! - fuera del círculo Níobe se dejó llevar por la furia contra la gitana, y de sus manos surgió un torrente de llamas azuladas que golpearon el escudo y comenzaron a atravesarlo, lentamente - ¡Morirás, y sufrirás hasta el infinito! ¡Si valoras en algo tu mísera existencia, si valoras en algo...! " dejó de oír a su hermana. Supo instintivamente que ella se encargaría de la zíngara.

El cuerpo muerto de Adara cayó sobre el mármol, con los ojos aún abiertos en un gesto de rabia. Un murmullo de espanto recorrió el salón.

La ira invadió a Níobe, canalizándose en sus manos, impactando en Armenieta. Durante un ínfimo instante la gitana la miró con desconcierto, y casi inmediatamente ardió por completo hasta convertirse en un pequeño montón de cenizas oscuras.

- ¡Armenieta! -Von Deck se giró hacia Níobe y desenvainó la espada, pero Nyx, la auténtica Nyx, se interpuso en su camino.
Tenía la mirada desencajada, un gesto de completa locura en los ojos. Estaba pálida.

- ¡Yo soy Nyx! -aulló, desafiante, mirándole con asco- ¡Yo soy la Reina Nyx, y ésa a quien has quitado la vida es mi hermana, despreciable alimaña! - se detuvo frente a él, sin miedo, con odio.

Von Deck se detuvo, horrorizado.

- No -susurró.

No podía ser verdad. No acababa de apuñalar a una mujer que nada tenía que ver con sus asuntos. No acababa de apuñalar a una mujer indefensa. Él no. No... Miró a Nyx, cuya desesperación llenaba el aire como un perfume. No tenía que matarla a ella, no podía ser. No tenía que cegar esos ojos que le acompañaban por las noches desde la tormenta en aquella cueva. Dejó caer su espada.

- Nyx -pronunció su nombre.

Níobe contempló lo que sucedió a continuación con una expresión de total incredulidad. Vio como Nyx, enemiga acérrima de la magia y todo lo que estuviera relacionado con ella, extendía la palma de su mano y formaba un aura de pequeño rayos iracundos y relampagueantes. El barón la miraba sin dar crédito a todo lo que le estaba pasando en tan sólo unos minutos, no tuvo el valor suficiente de acercarse más a ella, ni siquiera tuvo tiempo de protegerse, porque la reina Nyx lanzó el aura contra sus ojos antes de que pudiera parpadear. Los rayos entraron por sus pupilas y atravesaron su cuerpo sin compasión, haciendo que el barón se quedara pegado al suelo y que su cuerpo comenzara a emanar humo, olor a carne quemada. Sus ojos no se apartaron de la mujer con la que había yacido poco antes, y pensó en lo irónico de la vida. Justo después, sus pulmones se quemaron por el rayo que los cruzó como una exhalación, y cayó al suelo, junto al cuerpo de su última víctima; la reina Adara.

10 comentarios:

^lunatika que entiende^ dijo...

Por favor, no me digais que ha muerto..!!! Es que me cabreo de verdad, eh..!

C. Maltesse dijo...

A quien os referis? porque aquí hay algun que otro fiambre, grata Dama, adoradora de la luna e iniciada en los misterios.

Barón Von Deck, apurando el último hálito de vida

Gárgamel dijo...

Estooo... a clavar un puñal en el corazón se le llama "apuñalar" y no "estrangular".

Por lo demás, ya era hora de que se cargaran al moñas del barón.
Whahahahaha!

Jezabel dijo...

Dama QueEntiende: Las perfidias del barón finalmetne han arrebatado la vida a mi hermana. ¡Oh, destino cruel!

Barón: morid de una maldita vez, infame.

Sir Gárgamel: ¿Vos por aquí? ¡Si mi corazón no estuviera desgarrado por la pena, me alegraría tanto de vuestra presencia!

Níobe IV.

Barbijaputa dijo...

Dama LQE;

Exijo tener noticias, inmediatamente, de dónde se encuentra su cuaderno de bitácoras.

Nyx.

Barbijaputa dijo...

Querido Gárgamel;

Me asombra/escalofría que usted lea las crónicas de este mundo nuestro. Lo desconocía por completo.

Le invito a palacio, cuando le plazca.

Radagast dijo...

La Reina ha muerto... por fin.

Duque Sergei de Raven

Gárgamel dijo...

Ladies Jezabel y Barbija, sepan ustedes que no me pierdo una entrega. Otra cosa es que me mantenga en un discreto silencio.

Mientras espero a que R.R.Martin publique su próximo tomaco ustedes son una más que digna alternativa. (Aunque la verdad es que el Putomundo me recuerda un poquitín más a La rueda del tiempo, no sé por qué)

Al final, Dama Barbija, váis a acabar aficionándoos a la Fantasía. Jeje

C. Maltesse dijo...

Perdonen que no me levante

B.V.D

^lunatika que entiende^ dijo...

A mi adorada Nyx:
- Mi cuaderno de bitácora se encuentra donde siempre... Ahora está camuflado bajo una mujer sin arreglo ^^

Siempre suya...

Lunátika.