2.8.09

El presente del rey Genar, II parte

Fue casi de inmediato: desenvainaron los isleños y automáticamente tanto la Guardia real como los Shultes hicieron lo mismo. Sin embargo, nadie dio un paso. Níobe estaba en medio, a mitad de camino entre unos y otros. La violencia contenida se palpaba en el aire, pero todos aguardaban, cautelosos. Ni los shultes ni la Guardia se atrevían a desatar la tormenta, por si su reina resultaba muerta en la refriega. Los isleños tampoco daban el paso, estaban en evidente inferioridad numérica.

La tensión en el salón era tal que se podría cortar con un cuchillo. Los soldados isleños situados alrededor de los juglares, Níobe frente al cuerpo aún agonizante de Jared y su propia Guardia cerca del trono, lejos de ella.

Gael sentía una espantosa opresión en el pecho. No podría perdonarse nunca.
Iba a verla morir, atravesada por veinte espadas isleñas. Iba a verla morir a menos de veinte pasos, sin poder impedirlo. Breve y fugaz, un pensamiento revoloteó dentro de su cabeza: vería esa sangre de hielo legendaria derramada sobre el mármol, hermosa como una flor carmesí ... Le temblaron las manos.

- Guardad esas espadas, isleños -ordenó Níobe, indiferente al parecer al peligro-. No os hacen falta. Pero llevaos esto - Níobe le dió un suave puntapié al cuerpo que se desangraba entre ruidosos estertores-, entregádselo a su Majestad Genar. Decidle que es un regalo, una muestra de lo mucho que me ha gustado su presente. Cuentan que el rey tiene un gran sentido del humor... que considere esto -señaló el cuerpo sin cambiar su expresión helada- un sarcasmo.

Su calzado, seda marfil a juego con su ropa, estaba empapado en sangre. Cuando se giró sin inmutarse y, dándole la espalda a los isleños armados, caminó hacia el trono, fue dejando un reguero de pisadas carmesíes sobre el mármol blanco del salón. Se sentó, indiferente, y emitió un suave gañido de disgusto al mirar su calzado.

- Maldita sea -suspiró-, están arruinadas -dijo descalzándose y apartando los zapatos con un suave golpe de talón-. Sandra -hizo un gesto hacia una de las doncellas que observaba la escena, inmóvil, desde las sombras de la sala- tráeme otras chinelas.

Levantó los ojos hacia la concurrencia, unos y otros, paralizados por el asombro y la tensión.

- Os he dado permiso para marcharos -dijo, malhumorada, señalando a los extranjeros-, ¿vais a quedaros ahí de pie toda la noche? Y vosotros -miró con reproche a su Guardia- envainad. Pese a que su majestad Genar ha demostrado ser un imbécil, dudo mucho que sus emisarios lo sean tanto como para intentar atacarnos bajo nuestro propio techo, aún más cuando se encuentran en desventaja numérica.
- Señora, por si acaso...
- Relájate, Capitán, la tensión va a terminar contigo -se burló ella al ver el alivio en los ojos de Gael.

El contingente de isleños se apiñó un poco más y abandonaron la sala con cautela, sin dejar de mirar hacia atrás, como si temieran que en cualquier momento fueran a atacarles. Cuando el pesado portón se cerró tras ellos, Niobe se inclinó hacia Gael:

- Asegúrate de que salen de aquí sin problemas. Quiero que Genar reciba su regalo.

Gael asintió, susurró algo a uno de sus soldados y este abandonó discretamente la sala. Níobe suspiró.

- Enhorabuena, señor -inclinó la cabeza hacia Edaris-. Obviamente, sois el escogido. No soportaría pasarme la vida enterrando trovadores.

5 comentarios:

^lunatika que entiende^ dijo...

XDD
Enterrando trovadores!! jajaja
es que es la leche Níobe..!

C. Maltesse dijo...

Níobe está dejando el listón de la calidad literaria y puesta en escena de Putomundo bastante alto...habrá que aplicarse para estar a su altura.

Jezabel dijo...

Dama QueEntiende: fijaos que siempre me han dicho que tengo un sentido del humor siniestro, no veo yo porqué...

CM: mientras disfrutemos todos de escribir y leer aquestos acontecimientos, doyme por satisfecha. Mas os agradezco el cumplido.

Crystal dijo...

Coincido con Lunatika, ha sido una frase final digna de alcanzar los más altos puestos entre los premios Golpe de Remo (TM)

Jezabel dijo...

Gracias, querida. Me gusta... dejar huella.